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¿Cómo nos perjudica no gestionar adecuadamente las emociones?

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¿Sabes gestionar las emociones? Te dejamos 7 pasos que te ayudarán a manejarlas mejor en tu día a día

Gestionar las emociones es vital para cualquier deportista, ya que ayuda no solo a ser mejor, sino también a conservar en buen estado el statu quo.

La importancia de manejar las emociones no puede pasarse por alto. Son una parte esencial de la experiencia humana y afectan a todos los aspectos de nuestra vida, desde la salud hasta las relaciones con los demás. Gestionar las emociones es algo que podemos aprender y mejorar con la práctica.

Como humanos, tenemos una habilidad innata para experimentar emociones, pero no siempre es fácil controlarlas. Es posible que nos sintamos enfadados o tristes después de un largo día de trabajo o cuando algo no sale según lo previsto. Por eso es importante que tomemos el control de esas emociones y las usemos adecuadamente, en lugar de dejar que nos afecten.

A continuación, te vamos a dar algunos consejos para aprender a gestionar mejor las emociones.

7 consejos para gestionar las emociones

  • Identificarlas: para poder gestionar una emoción, primero hay que identificarla y categorizarla. Debemos ser capaces de indagar en nuestro interior e identificar las diferentes emociones, distinguiendo entre las pasajeras, las constantes, las buenas, las malas, etc.
  • Aceptarlas: si aparece una emoción positiva, será fácil lidiar con ella. Sin embargo, nadie está a salvo de que las emociones negativas se crucen en su camino. Estas hay que aprender a aceptarlas e, incluso a veces, debemos convivir con ellas, hasta lograr que desaparezcan o hasta que aprendamos a gestionarlas mejor.
  • Comprenderlas: aparte de identificarlas y aceptarlas, también resulta importante comprenderlas. Debemos intentar entender por qué tenemos ese tipo de emociones, cuál es su origen y cuáles son las posibles soluciones para hacer que las negativas desaparezcan.
  • Evaluarlas: ¿has perdido a algún ser querido? Se deben evaluar correctamente las emociones. Hay emociones que están ahí y debemos gestionarlas y aprender a vivir con ellas. Otras, sin embargo, pueden ser fruto de nuestros miedos o incluso de nuestra imaginación. Evaluarlas es crucial para saber si debemos prestarles atención o no.
  • Expresarlas: ¿sabes esas personas que se lo guardan todo y nunca expresan lo que sienten? Intenta no ser así. Expresar lo que sientes hará que desprendas mucha energía positiva a los demás. A la vez, te permite recibir comentarios de experiencias similares, ayudar a aliviar el peso con el que cargamos, etc.
  • Recapacitar: a veces, sin querer, una emoción negativa puede ser nuestra culpa. Debemos intentar identificar las emociones que hemos provocado nosotros, recapacitar al respecto, saber si realmente son evitables, si somos capaces de perdonarnos…
  • Aprender: por último, aunque quizás es lo más difícil, es importante aprender de las emociones que ya hemos vivido para no estar, una y otra vez, tropezando con la misma piedra.

Puede que suene genial, e incluso parezca fácil de primeras, pero sabemos que la teoría es más sencilla que la práctica. Algo que puede ayudarte a que todos estos pasos sean más llevaderos es el deporte.

¿Cómo te puede ayudar el deporte a gestionar tus emociones?

Gestionar emociones deporte

Mens sana in corpore sano. Seguro que conoces esta expresión que relaciona el bienestar físico con el bienestar mental. Pues bien, el deporte es una de esas vías de escape que te ayuda, sobre todo, a despejar la cabeza.

Una mente despejada piensa mejor y puede gestionar, generalmente, de forma más pausada las emociones. Después de hacer una buena sesión de cardio en casa, es posible que tu mente consiga apagar todas esas ideas que pasan a mil kilómetros por hora por tu cabeza y logres verlo todo con más claridad.

Ahora bien, muchas veces, el problema no es que no sepamos gestionar las emociones, sino que el estrés diario se apodera de nosotros y no nos deja ver más allá de los problemas que nos nublan. En esos casos, sería raro que el deporte no te ayudara a que el sol volviera a brillar ahí arriba.

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